Todo contacto con la lentilla (para ponerla, quitarla, limpiarla, etc…) comienza necesariamente por una limpieza de manos concienzuda. Las manos son la principal fuente de contaminación de las lentillas, así que vamos a hacerlo bien. Sigue los siguientes pasos:
Ya tenemos las manos limpias y secas. Vamos con las lentillas:
Es muy habitual que ambas lentes sean distintas, así que es importante aprender a distinguir cuál es la derecha y cuál es la izquierda. Incluso si las dos lentes son idénticas, es una buena costumbre colocar siempre la misma lente en cada ojo ya que esto ayuda a seguir la pista a diferentes problemas que nos podemos encontrar más adelante. Siempre empezaremos a colocar primero la lente derecha y luego la izquierda. También a la hora de retirarlas y limpiarlas empezaremos primero con la derecha. Así nunca nos equivocaremos.
Habitualmente, marcaremos la caja de lentillas para el ojo derecho con una D y las del ojo izquierdo con una I. Si te hemos entregado las lentillas en un estuche, las celdas suelen venir marcadas con una R (derecha) y una L (izquierda), o un dibujo del corazón en la celda izquierda. También suelen tener distinto color para que las diferencies con facilidad. Ahora que hemos localizado la lente derecha, comenzaremos con ella:
Las lentes de contacto blandas, debido a su naturaleza flexible, tienen un derecho y un revés. En general, las tensiones del material hacen que la lentilla sea más estable al derecho, pero puede quedar del revés al manipularla o al sacarla del estuche. Una lentilla al revés es incómoda y molesta, así que nos aseguraremos de que está al derecho antes de insertarla.
Ahora vamos a insertar la lente derecha en el ojo derecho.
Una serie de pequeños trucos te pueden ayudar:
Recuerda que las lentes de contacto no se pueden utilizar todas las horas del día, deberás controlar el horario de uso. Al principio, empezaremos poco a poco con una o dos horas de uso el primer día. Los días siguientes iremos aumentando paulatinamente a razón de una o dos horas más cada día hasta llegar a unas 8h de uso. Una vez alcances esas 8h haremos una pequeña revisión para asegurarnos de que todo va bien. A partir de ahí te indicaremos unas pautas de horario de uso para que puedas disfrutar de ellas sin complicaciones.
Recuerda que en todo momento deberás tener bajo control el horario de uso de las lentillas, para ello te sugerimos que ponerte las lentillas sea una de las últimas cosas que hagas a diario antes de salir de casa. Igualmente procura quitártelas nada más llegar a casa después de pasar la jornada con ellas puestas. De esta manera lograremos recortar el horario de uso por los extremos, en momentos en los que realmente no son necesarias. Recuerda que tus ojos necesitan descansar del uso de lentillas.
Primero vamos a limpiarnos las manos como hemos indicado en el primer paso. A continuación colocaremos las manos de la misma manera que para ponernoslas:
Una vez retirada la lentilla la pondremos en la palma de la mano para limpiarla. Las lentillas acumulan distintas sustancias que hay que limpiar, como proteínas y lípidos provenientes de la lágrima.
Si tus lentes blandas son desechables tienen una caducidad corta. Puede que sean para uso de un solo día, una semana, 15 días o un mes. Es muy importante que lo recuerdes y apuntes el día en que las has estrenado. Algunos laboratorios incluyen unas casillas en la caja para que apuntes el día que has abierto el envase de la lentilla: utilízalo. Si eres usuario de agenda o calendarios online (Google, Outlook, etc) es una magnífica idea que incluyas un recordatorio quincenal/mensual (el que corresponda con la caducidad de tus lentes) de cambio de lentillas.
Es muy importante resistir la tentación de utilizar tus lentes desechables más allá de lo que indica el laboratorio debido a que:
Ya hemos visto que, a diferencia de las gafas, las lentillas van apoyadas sobre el ojo directamente, de manera que es muy importante que tanto la lentilla como el ojo estén en perfectas condiciones.